Cada año, el último fin de semana de marzo está señalado en nuestros calendarios: el cambio al horario de verano. Este ajuste que hemos hecho hace sólo unas semanas y que mantendremos hasta finales de octubre, consiste en retrasar nuestros relojes una hora. Este cambio no solo provoca que los días sean más largos y las noches más cortas, sino que también trae consigo una serie de beneficios energéticos que influyen positivamente en nuestra sociedad y en el medio ambiente. Por eso, buscando siempre el carácter práctico de este blog, vamos a ver los beneficios energéticos del horario de verano.
Una de las ventajas más destacadas del cambio al horario de verano es la optimización del uso de la luz natural. Retrasar nuestros relojes una hora se traduce en un mayor aprovechamiento de la luz del día durante las tardes y noches, reduciendo así la necesidad de iluminación artificial en nuestros hogares y lugares de trabajo.
Este mayor uso de la luz natural conlleva una disminución en el consumo de energía eléctrica, tan importante para el Medio Ambiente como para nuestro bolsillo, no lo olvidemos. Como resultado, se reduce la demanda de electricidad para la iluminación y otros dispositivos eléctricos durante las horas de la tarde y la noche. Y, como hemos dicho, este descenso en el consumo de energía eléctrica se traduce en ahorros económicos para nosotros y también para las empresas, al tiempo que, concienzados por el cuidado del planeta como estamos todos, también contribuye a la reducción de la huella de carbono asociada con la generación de electricidad.
Otro beneficio importante del cambio al horario de verano es su impacto positivo en nuestra salud y bienestar. Disponer de más horas de luz natural puede tener efectos beneficiosos en el estado de ánimo y en la salud general de las personas. Los estudios indican que la luz natural es un regulador natural del reloj biológico humano, y su mayor disponibilidad durante las horas de actividad ayuda a reducir los problemas de sueño y mejorar el bienestar general. Sin duda, otro de los beneficios energéticos del horario de verano.
Además de los beneficios individuales, el cambio al horario de verano también puede tener efectos positivos a nivel comunitario. Las tardes más largas ofrecen más oportunidades para que las personas participen en actividades al aire libre, lo que puede fomentar un estilo de vida más activo y saludable. Es decir, nos ayuda a levantarnos del sofá huyendo del sedentarismo tan perjudicial para nuestra salud. Además, salir a la calle nos permite interactuar con nuestros vecinos y amigos, que, aunque no todos lo piensen, siempre es positivo, ¿no?
Pero no todos son rosas en el jardín. Porque si bien el cambio al horario de verano trae consigo una serie de beneficios energéticos y sociales, también puede plantear algunos problemas. Por ejemplo, todos oímos de forma habitual las quejas de algún familiar o amigo al que le cuesta adaptarse al cambio horario, especialmente durante los primeros días.
Está claro que hay más beneficios energéticos del horario de verano que perjuicios. Desde una mayor eficiencia en el uso de la energía hasta mejoras en el bienestar individual y comunitario, este ajuste anual en nuestros relojes tiene un impacto significativo en nuestra sociedad y en el medio ambiente.
Pero de nada sirve toda esta preocupación y búsqueda de beneficios si no empezamos por lo más básico. Tener preparada nuestra casa para el máximo aprovechamiento energético en verano o invierno. ¿No os parece?