En muchas ocasiones habréis oído hablar de los puentes térmicos. Pero os preguntaréis ¿qué es un puente térmico? No, no son puentes sobre ríos calientes ni puentes con el suelo cálido 😜. El Código Técnico de la Edificación, en su Documento Básico HE, sección HE1, define puente térmico como “aquella zona de la envolvente térmica del edificio en la que se evidencia una variación de la uniformidad de la construcción, ya sea por un cambio del espesor del cerramiento o de los materiales empleados, por la penetración completa o parcial de elementos constructivos con diferente conductividad, por la diferencia entre el área externa e interna del elemento, etc., que conllevan una minoración de la resistencia térmica respecto al resto del cerramiento“.
Dicho de una forma mucho más sencilla, un puente térmico se produce en puntos muy determinados de la fachada o el tejado de un edificio por los que el calor se transmite más fácilmente. O de otro modo, es una zona concreta por la que el calor se transmite más fácilmente que en otras a su alrededor. Se produce cuando hay un cambio de material que interrumpe la superficie aislante.
Hace tiempo suponían un gran problema porque eran responsables de entre un 10 y un 20% de las pérdidas de calor de un edificio, pero hoy en día las normativas obligan a la búsqueda de soluciones. ¿Cómo nos afectan los puentes térmicos? Pues directamente en nuestro bolsillo, porque gran parte de nuestros esfuerzos por calentar la casa se escapan por estos puentes térmicos. Pero, además, estaremos perjudicando al Medio Ambiente con estas pérdidas de calor. Por último, se producen humedades por condensación que requerirán un mantenimiento habitual.
Existen dos tipos de puentes térmicos, los geométricos y los constructivos. Los primeros tienen que ver con la propia geometría de la envolvente térmica del edificio, por lo que son más difíciles de evitar. Los segundos se refieren a los puntos exactos en los que se produce un cambio de materiales por lo que son más sencillos de localizar.
Los espacios en los que más puentes térmicos se generan en la vivienda son las ventanas, sobre todo cuando los cristales son simples y finos, los marcos de éstas, los cajones de las persianas, los huecos de la pared en los que se ubican los radiadores para que no sobresalgan, el suelo de la casa cercano a la fachada exterior si continúa el forjado o los tabiques interiores con muros de fachada.
La gran pregunta es, ¿se pueden evitar los puentes térmicos? La respuesta es sencilla, sí, mediante la llamada rotura del puente térmico. Es fácil, consiste en evitar aquello que provoca el puente térmico, es decir que la cara interior y exterior tengan contacto. Para ello lo que hay que hacer es introducir un material que sea mal conductor del calor, evitando, de este modo, la pérdida de calor. Tanto los laminados como las ventanas o los cerramientos del forjado tienen sus sistemas de rotura más habituales, siendo un especialista en aislamiento térmico el que mejor puede asesorarte en cada caso.
Con la utilización de la rotura del puente térmico se logran muchas ventajas. La primera es evitar ese desperdicio de calor y, por lógica, económica. Pero también se limita mucho la condensación, al tiempo que se respeta el Medio Ambiente.
Como ves, todo son ventajas. Ponte en manos de profesionales que te asesoren sobre los puentes térmicos de tu vivienda y cómo solucionarlos. Saldrás ganando, ¿no te parece?